Este acontecimiento se inscribe en la serie de masacres
provocadas por la violencia burguesa-oligárquica de la Argentina con sus influencias
foráneas imperialista defensores de las políticas neo-liberales, privatista y
mezquinas. Fue precedido por las represiones de la Semana Trágica y a los obreros huelguistas de la Patagonia en
1921. Quizás fue también el prólogo del golpe que el 16 de septiembre
del mismo año derrocó al presidente Juan Domingo Perón.
La masacre de junio de 1955 tiene una continuidad
política y en sus componentes personales con el golpe del 24 de marzo de 1976,
como señaló el compañero y quien fuera
secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, al presentar en
2009 los resultados de una investigación sobre el bombardeo a Plaza de Mayo.
Según la investigación del Archivo Nacional de la Memoria, el bombardeo del 16 de junio de 1955 provocó la muerte a 400 personas, la mayoría civiles, con 200 heridos mutilados; fue perpetrado por más de 30 aviones de la Marina y la Aeronáutica, bajo órdenes de un grupo dirigente cívico-militar.
Cuatrocientos muertos y ni un sólo nombre! Acaso fue
una muestra de buena voluntad en favor de una reconciliación de la sociedad
argentina con sus victimarios, que se enrosco en indigna complicidad cuando el
vende patria Menem besó en la mejilla al fusilador Isaac Rojas, asistió a su
velatorio e hizo “la vista gorda” al fruncir el ceño cínico con el genocida indultado -por él- Emilio Massera
y el obediente-debido represor Alfredo Astiz.
Cuatrocientos es sólo un número, la muerte de cada uno de
los inocentes caídos en Plaza de Mayo es
la verdadera tragedia. Fiel a ello, no sólo habrá que restituir la identidad a
todos los que se puedan exhumar de esta amnesia inducida.
La reconstrucción histórica, que era una antigua deuda, llevó dos años
de consultas a fuentes como los registros de cementerios, de hospitales y
policiales, partidas de defunción y entrevistas a familiares de las víctimas y
testigos presenciales. Un hecho que nunca se debatió, en la profundidad y en la
importancia que merece dentro de la política nacional, fue un crimen de lesa
humanidad que la historia y la justicia aún se empeñan en ignorar.
El silencio histórico impuesto sobre la matanza del 16 de junio de 1955
en el que intervinieron los medios como
el diario Clarín y la Nación y las corporaciones económicas con fuerte
raíces dentro del Estado; que permitió 20 años después se pudieran concretar
los horrendos crímenes del Proceso de Reorganización Nacional.
Entre los jefes y los ejecutores de la masacre, muchos
fueron golpistas en 1955, 1966 y también en el 1976; Eduardo Lonardi, Juan C. Ongania,Jorge Rafael Videla, Eduardo Massera
Es cierto que algunos de aquellos sicarios y sus autores
ideológicos ya no los podrá alcanzar el látigo de la justicia para que paguen
su monstruosidad, porque han ido muriendo, no en prisión como debió haber sido,
sino sustraídos a la ley por un carcinoma o un infarto justiciero.
No obstante,
gracias a la política de derechos humanos implementada por el compañero Néstor
Kirchner desde el año 2003 se realizo una investigación con carácter de Política de
Estado, desenmascarando definitivamente a estos asesino y genocidas -aunque más
no sea post mortem- para que los argentinos conozcan de una buena vez, quienes
han sido algunos de los tantos verdugos que ha tenido la patria que aterrorizada
con la persecución, secuestros y muertes para no volver a cometer los mismos
errores.
Pido que Esto Nunca Más Se Repita,
con
Memoria Verdad y Justicia
Movimiento Evita Comuna 3
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